La Unidad Forestal del Consorcio Provincial de Bomberos de València es el cerebro de los incendios en el monte. Con solo mirar una columna de humo ya saben a qué situación se enfrentan. Tres técnicos forestales, 10 coordinadores forestales y un coordinador auxiliar forman esta unidad, que dirige las operaciones y analiza cada incendio y su comportamiento.

“Sabemos prever los incendios y cómo se van a comportar. A partir de ahí podemos marcar una estrategia y táctica fiables, que optimicen los recursos y, sobre todo, que garanticen la seguridad del personal”, explica Carles Rosselló, que junto a Benito Serrano y Raúl Quílez, son los tres técnicos forestales de la unidad.

En caso de incendio, se envía al coordinador forestal más cercano, y ante un incendio forestal de gran envergadura acude el técnico forestal y otro coordinador si es necesario.

En la actualidad, los efectivos que luchan contra el fuego se enfrentan al gran problema de los chalés junto al monte, en la conocida como interfaz urbano-forestal.  “En los años 40 y 50 la gente sabía que el bosque era un problema y las casas se construían separadas del bosque. Hoy tenemos una mentalidad urbana y no somos conscientes de los peligros a los que nos enfrentamos al vivir allí. Ahora se busca una casa en medio de masa forestal, en la parte alta sin saber que cuanto mayor es la pendiente más grande es la llama del fuego”, advierte Carles Rosselló.

Por ello, desde la Unidad Forestal se pide a los propietarios de las viviendas situadas en la interfaz urbano-forestal “que mantengan limpios los alrededores y sus parcelas para evitar que un posible incendio arrase sus casas”. Es imprescindible conservar las zonas adyacentes con poca vegetación, la conocida como área de defensa, evitar que haya mucho matorral y que las copas de los árboles se toquen entre ellas; de esta manera se genera una oportunidad de defensa para los servicios de extinción. No es menos importante el interior de la parcela. La realidad es que en muchos chalés se acumulan restos de poda, leña, sillas, alfombras y pinocha en los canalones, un peligro en caso de incendio, pues es a través de estos que el fuego consigue contactar con la casa. Tampoco resulta recomendable plantar cipreses pues “lejos de lo que se cree, el ciprés no es ignífugo. Al podarlo, se genera por dentro una gran cantidad de materia seca. Aunque el ciprés tenga humedad, las ramas muertas queman con mucha intensidad y se forman llamas muy grandes”, explica el técnico forestal.

Al problema de las urbanizaciones se suma la acumulación de vegetación debido al abandono del monte. “Hay mucha carga y continuidad de combustible, que sumado a unas condiciones climáticas adversas genera grandes incendios”.

El acuerdo con la Agencia de Seguridad y Respuesta a Emergencias encomienda al Consorcio de Bomberos la gestión de los incendios forestales en la provincia. Este acuerdo no sólo implica dirigir todos los recursos de extinción durante un incendio forestal, sino que también conlleva la gestión diaria del servicio de Bomberos Forestales de la Generalitat Valenciana.

Durante todo el año la Unidad Forestal gestiona el mantenimiento de los vehículos y equipos de extinción, se definen horarios de actividades según la preemergencia de incendios forestales, rutas y puntos de vigilancia. También coordinan dos actividades estratégicas, las prácticas diarias y las tareas  preventivas. La clave de una extinción eficaz y segura se basa en la formación y experiencia de las unidades.

Después del episodio de incendios forestales del año 1994, el Consorcio comenzó a hacerse cargo de la gestión en la extinción de incendios forestales. La Unidad Forestal empezó a gestarse en el año 1996 y fue en 2003 cuando se le dotó de más recursos. En los inicios, estaba formada por nueve coordinadores y dos técnicos. “En 1994 vivimos un año de grandes incendios en la Comunidad Valenciana con más de 148.000 hectáreas calcinadas. Fue el punto de inflexión para aplicar nuevas formas de gestión de los incendios”, recuerda Arturo Martínez, coordinador auxiliar de la Unidad Forestal desde 1999 y nexo de unión entre el equipo que trabaja sobre el terreno, los técnicos y el Consorcio.